Ramón S. Barroso P.
De Las Queseras del Medio.
Simón Bolívar, Jefe Supremo del Ejército Libertador, que había pasado la noche, anterior a la batalla, en vela, emocionado, condecoró a los héroes de Las Queseras del Medio, la del famoso: ¡Vuelvan carajo!, con la Cruz de los Libertadores y dictó la siguiente Proclama:
A los Bravos del ejército de Apure:
¡Soldados! acabáis de ejecutar la proeza más extraordinaria que puede celebrar la historia militar de las naciones. Ciento cincuenta hombres, mejor diré, ciento y cincuenta héroes, guiados por el impertérrito General Páez, de propósito deliberado han atacado de frente a todo el ejército español de Morillo. Artillería, infantería, caballería, nada ha bastado al enemigo para defenderse de los ciento y cincuenta compañeros del intrepidísimo Páez. Las columnas de caballería han sucumbido al golpe de nuestras lanzas; la infantería ha buscado un asilo en el bosque; los fuegos de sus cañones han cesado delante de los pechos de nuestros caballos. Sólo las tinieblas habrían preservado a ese ejército de viles tiranos de una completa y absoluta destrucción. ¡Soldados! lo que se ha hecho no es más que un preludio de lo que podéis hacer. Preparaos al combate, y contad con la victoria que lleváis en las puntas de vuestras lanzas”. (Negrillas y subrayados míos). La batalla se libró el 02 de abril de 1819.
Nota importante: El ejército de Morillo contaba con unos siete mil quinientos hombres, según algunos historiadores, lo cierto es que no eran menos de seis mil, mientras que los llaneros de Páez, eran apenas 153, pero no se incluye, en la Proclama del Libertador, al general Páez, ni a tres bravos que murieron, dos en la batalla y otro al día siguiente, a consecuencia de las heridas, por eso Bolívar se refiere a 150 héroes. Por los realistas hubo unos 500 muertos. Sería un abuso narrar las múltiples, sutiles y audaces tácticas, peripecias y estratagemas de las que se valieron ese puñado de valientes para derrotar al enemigo.
De Pantano de Vargas.
La táctica salvadora improvisada a última hora por Simón Bolívar consistió en primer lugar a colocar en reserva casi toda su caballería, legión británica y llaneros. Se quedarían encerrados en el patio de una hacienda situada al pie de la cota que había convertido en su puesto de observación. Consistía también en enviar al resto de sus tropas por olas sucesivas, con orden de disputar el terreno milímetro por milímetro, a sabiendas claramente que no estaban en capacidad de resistir frente a la presión de los españoles. El resultado era que con cada repliego de los patriotas se incitaba a Barreiro a comprometer parte de sus reservas para lanzarlas contra ellos. La acción se había iniciado a las once de la mañana. A las cinco de la tarde, los republicanos intentaron un nuevo ataque. El jefe realista, para repelerlos y acabar de una vez por todas, utilizó el resto de sus tropas. Los patriotas retrocedieron en desorden y se creyeron perdidos, con un enemigo encarnizado que les pisaba los talones y cuyo ardor se decuplaba ante la perspectiva de un triunfo inminente. Fue el momento que escogió Bolívar para lanzar la masa de sus tropas frescas. La legión británica en primer lugar. Con james Rooke a la cabeza, cargó y se echó en el combate. Desconcertados, con su avance detenido, los españoles, sin embargo, seguían luchando encarnizadamente y era incierta la suerte de la batalla. Bolívar seguía cuidadosamente, con su catalejo, las fases del combate. Detrás de él, percibía la agitación de algunos llaneros, llegados ante las noticias y que temblaban de impaciencia. Pero todavía no había llegado el momento. Eran las seis de la tarde cuando por fin el Libertador se volteó hacia el jefe llanero.—Coronel, gritó ¡a usted le toca salvar a la patria! Rondón, un negro, hijo de esclavo, electrizado, se desprendió como un resorte largamente comprimido y descendió, a galope tendido y con lanza en punta, por la colina, en dirección de la batalla. Detrás de él, catorce llaneros arrastrados por el ejemplo y la voz: “¡Que los valientes me sigan!” clavaban las espuelas sobre sus monturas. Catorce fieras que surgieron en el medio de las filas enemigas para perforar con sus lanzas a los infantes espantados que rápidamente fueron sumergidos por el resto de la caballería llanera que siguió de cerca la heroica carga de Rondón.
Vale recordar que el conocido proverbio venezolano, ante el infortunio; Rondón no ha peleado todavía, tuvo su origen en esa batalla, cuando Bolívar, viéndose perdido le gritó al Coronel Juan José Rondón: Rondón, la patria está pérdida, le toca salvar la patria, y, Rondón le respondió: ¡General, es que Rondón no ha peleado todavía! Y, Rondón y sus valientes llaneros salvaron la patria ese glorioso 25 de julio de 1819.
Simón Bolívar el héroe inmarcesible, el héroe inmortal.
Viene a cuento todo lo anterior para destacar el amor de los venezolanos por nuestra Patria, aun en las circunstancias más adversas, es del Libertador la feliz frase: Cuando el clarín de la Patria llama, hasta el llanto de la madre calla, sé que todos los venezolanos la suscribimos. Y el mejor ejemplo de lo dicho es nuestro Padre Libertador, hombre de menguada estatura, pero con la divisa de no darse por vencido nunca, o mejor; Bolívar era un hombre que se crecía en la derrota. Es famosa su respuesta, cuando, después de un desastroso revés, alguien le preguntó, general y ahora qué va a hacer, la voz de Bolívar retumbó firme: ¡TRIUNFAR! El Libertador era el hombre más peligroso del mundo ante las adversidades. Véase ahora, cómo ese hombre pequeño de estatura, pero enorme en la heroicidad pudo ganarse el respeto de los bravos e indomables llaneros:
…no fue tan fácil como parece. Bolívar tiene que pasar miles de penurias y difíciles pruebas para granjearse la obediencia disciplinaría del caudillo llanero; con Páez, Negro Primero, Carvajal y Rondón no podía convencer con discursos ni teorías, con filosofía ni proclamas, con ellos tenía que usar otro lenguaje; el lenguaje de los llaneros; penosa y tenaz fue la tarea del Libertador para hacerse entender de Páez y de sus hombres; tuvo que convencerlos con el ejemplo; mostrarse familiar, fuerte, audaz, capaz de todo, comer como los llaneros, tasajo y casabe; correr como ellos a caballo detrás de toros y venados, pasar como ellos los ríos a nado, dormir en chinchorro o sobre la sábana de pasto y paja, vestirse como ellos con lienzos ásperos, matizar sus frases con interjecciones plebeyas y hasta bailar con las mulatitas al son de guitarra y maracas.Con su cuerpo medrado, que parecía flaco y débil, que hablaba con los extranjeros lenguas que el llanero no comprendía comenzó a demostrarles a estos que sabía y podía vivir como un soldado, que no le temía a las fieras ni al calor, ni al frío, ni al vendaval, ni al enemigo y andaba a la cabeza de sus tropas peleando con el mismo coraje de ellos (Bolívar era buen jinete y ambidiestro en el manejo de la espada) Páez y sus llaneros reconocieron y comprendieron la superioridad de su nuevo jefe.Nota final: Bolívar era zurdo. Y, es bueno que se sepa que los llaneros, y la tropa en general, llamaban a Bolívar Culo ´e hierro, pues nunca se cansaba de montar su mula (no a su caballo blanco, Palomo, como se cree), bestia que prefería a pesar de ser mucho más difícil para montar que un caballo, ya que, además de indócil, las mulas mueven a un tiempo la mano y el pie del mismo lado. Y, optaba por la mula debido a la gran resistencia de esos animales.
Un triste desenlace: El Coronel Juan José Rondón, vencedor de vencedores, murió en La Victoria en 1822 a consecuencia de una leve herida, en un pie, que le fue infligida en la batalla de Naguanagua, la herida se le gangrenó y le acarreó la muerte. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde 1896. Finalizo, haciéndome una pregunta: ¿Por qué el Coronel Juan José Rondón, no ha sido ascendido a General?
Sabino
0416-729.54.56
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