Por Sabino Barroso Pimentel
El inefable senador republicano, por el estado de Arizona, Russell Pearce, proponente de la ley que permite, a la policía de su estado, la detención de personas por sus rasgos latinos, en el paroxismo de su xenofobia arremete, o pretende arremeter contra lo más sagrado, lo más puro y lo más bello que tenemos los seres de todas las especies; en los humanos: los niños recién nacidos o no, en este caso contra los hijos de los indocumentados, nacidos, por supuesto, en los Estados Unidos. El proyecto prevé negarle la ciudadanía tanto a los recién nacidos, como a los niños que estén sin papeles.
El hijo de la gran puta, Russell Pearce, sabe que su proyecto, amén de discriminatorio, contraría la constitución gringa que, en su enmienda número 14, dispone que las personas nacidas, en los Estados Unidos, tienen la nacionalidad de ese país. Pero, Pearce, alega que esa enmienda se hizo para darles derechos a los esclavos africanos y sus descendientes, y asegura que hoy todos los indocumentados usan (o abusan) ilegalmente de ese derecho para tener hijos estadounidenses y así poder gozar de los beneficios federales. ¡Qué Bárbaro!
Pero Russell Pearce, no se queda en esa tamaña barbaridad, no, va más allá, pues pretende que se apruebe otro proyecto de ley que obligue, a los estudiantes indocumentados, a pagar para poder asistir a la escuela pública. ¡Qué asco, qué abominable y que hijo de la gran puta es ese Pearce!
Pero el cáncer xenofóbico amenaza con hacer metástasis, pues los concejales de Los Ángeles, recién aprobaron una Resolución en la que declaran que los inmigrantes no son bienvenidos en esa ciudad y que apoyan la Ley Anti Inmigrantes de Arizona. Un grupo de manifestantes contrarios a ese exabrupto bloquearon, con sillas y mesas, así como con sus cuerpos con los brazos extendidos, simulando que estaban crucificados, para protestar, pero… la policía se los llevó arrestados a todos, a pesar de que su protesta era pacífica. ¡Que democracia, camaradas!
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