Por Sabino Barroso Pimentel
Debo comenzar asumiendo que el asunto al cual me refiero puede generar dudas o incluso la desaprobación de algunos. ¿Es que acaso no hemos tenido identidad venezolana o la hemos perdido?, se preguntarán algunos… pocos o muchos. Mi respuesta es positiva, aunque vacile entre que no la hemos tenido y que, si la hemos tenido, la estábamos perdiendo hasta el año 1998, para no irnos más atrás.
Los elementos principista y constitutivos de nuestra identidad nacional, más allá del folclore, son la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y los símbolos de la patria. Constitución tenemos desde que los precursores dieron los primeros pasos para darle libertad a la patria sojuzgada por el yugo del imperio español. Y nuestros símbolos patrios originales vieron luz: la Bandera Nacional, creación del Generalísimo Francisco de Miranda, en 1806; el Escudo de Armas de la República Bolivariana de Venezuela, en 1810 y el Himno Nacional, Gloria al Bravo Pueblo, después de 1810. La fecha, e incluso la autoría, de la creación del Gloria al Bravo Pueblo, ha sido motivo de controversias disimiles, mas no es objeto de este modesto esfuerzo elucidar controversias con relación a los símbolos patrios.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es, sin lugar a duda alguna, amén de hechura del pueblo venezolano (por decisión) de Hugo Chávez, Jefe Supremo de la Revolución Bolivariana, la más conocida, sin exagerar, de todas las constituciones a escala planetaria. Quién puede dudar de que, con ella se ha ido más allá de su rescate, si fuera el caso, pues el pueblo venezolano la hizo, la ha hecho suya, se la ha apropiado, se la sabe y la conoce como nunca antes jamás.
La Bandera o el Pabellón Nacional, ha sufrido hasta nuestros días, es decir hasta la actual, más de veinte modificaciones. Y el día de la bandera que se celebraba el 12 de marzo de cada año, desde 1937, hoy en día se celebra el día 03 de agosto, pues fue un 13 agosto de 1806, cuando Francisco de Miranda, la izó por primera vez en territorio patrio (Falcón). De la bandera de hoy destacaremos que en su franja azul, están dispuestas ocho estrellas, de cinco puntas, en forma de arco. La inclusión de la (no tan novedosa), octava estrella recién se hizo en honor al decreto del Libertador de fecha 20 de noviembre de 1817, cuando la Provincia de Guayana fue liberada e incorporada al territorio patrio libre y, se hizo esa inclusión de la octava estrella, por iniciativa del Comandante Presidente Hugo Rafael Chávez Frías.
Si bien no viene al caso, es prudente desmontar el mito, la mentira, la falacia de que los colores de la enseña patria obedecen: el azul; al mar que nos separa de nuestra madre patria; el amarillo; a las riquezas (el oro) que guardaba en sus entrañas Venezuela y el rojo; a la sangre derramada por los patriotas en la guerra independentista. A lo del azul, no le hallo explicación, sólo me queda decir que es una soberana ridiculez. Lo del amarillo, por las riquezas (el oro) que contenía la paupérrima Provincia de Venezuela, no es menos ridícula, sino, cómo se explica que Venezuela, no disfrutó del título de Virreinato, como los de Nueva Granada; Nueva España; del Perú y del Río de la Plata, sino el de humilde provincia. Y lo del rojo es aun la más ridícula especie, puesto que qué sangre se había derramado, para 1806, cuando Miranda izó nuestra bandera en la Vela de Coro.
Del escudo de armas, sólo diremos que como la bandera ha sido objeto de varias modificaciones desde antes de su adopción oficial y que fue utilizado durante la Primera República (1810-1812). El actual fue adoptado desde el 09 de marzo de 2006, cuando la Asamblea Nacional reformó la ley de símbolos patrios y así el caballo, del tercer cuartel (azul) que corría frenado, hacia la derecha, con el pescuezo apersogado, ahora (ese caballo) galopa brioso y libre hacia la izquierda.
Y del Himno Nacional, Gloria al Bravo Pueblo, diré que sin haberse modificado su estructura (letra y música) es, el símbolo patrio, en el que más se siente el rescate de nuestra identidad nacional, pues, durante su campaña electoral, de 1998, el Jefe Supremo de la Revolución Bolivariana, Comandante Presidente Hugo Chávez Frías, nos enseñó a interpretarlo completo, con todos sus coros y sus tres estrofas, cosa inusual incluso en los actos oficiales anteriores a esta gloriosa y digna V República. Ergo, el Himno Nacional, nadie lo conocía en verdad o de verdad.
Estimo innecesario insistir en explicaciones o razones tendientes a demostrar cómo, gracias a Hugo Chávez, los venezolanos, hemos rescatado nuestra identidad perdida, nuestra venezolanidad perdida… para siempre: ¡NO VOLVERÁN!