Por Sabino Barroso Pimentel
Ya nos referimos hace algunos días, y lo sostenemos, al rescate de nuestra nacionalidad, de nuestra venezolanidad, prohijada sin duda alguna por el Comandante Presidente, Hugo Chávez Frías. En esa ocasión hubiéramos querido hacer mención al uso de la palabra, al habla, a la lengua como parte de ese rescate. A ex profeso hemos usado la palabra mención, pues se trata de una cuestión delicada que debe ser tratada de manera sobria, respetuosa y concienzuda. Por lo cual, antes de continuar, debo reconocer que me considero el menos indicado para hacerlo, no obstante me atrevo por ser un confeso amante de la palabra, y sólo amante porque, en verdad, estoy casado o unido para siempre con la ignorancia.
Otro escollo colosal a vencer es la cuestión histórica, porque para hacer un trabajo medianamente aceptable, de lo que intentamos, es preciso remontarnos a décadas o mucho más atrás. Pero en todo caso, desde antes de la gloriosa Rebelión Militar del 04 de febrero de 1992, que marca la aparición pública del Jefe Supremo de la Revolución Bolivariana y Líder Continental; Hugo Rafael Chávez Frías, porque Chávez, para mí, es noticia desde antes de 1992. Apelo a mi memoria, que por cierto no es eidética, como lo haré a lo largo de este desordenado esfuerzo. Sino me traicionan los recuerdos, veo a Chávez por toda la geografía nacional mezclándose con el pueblo más pueblo, es decir; con los antes invisibles, compartiendo sus tristuras y alegrías, y lo veo, decía, en una de las tantas fiestas patronales de un pueblito del llano en las que estuvo, incluso, presidiendo la junta organizadora de esas fiestas, entonces creo que era Subteniente.
Comencemos, para hablar de las palabras del pueblo y de las de Chávez, con esa voz: Subteniente. La palabra Subteniente ya no existe en la lexicografía castrense en particular ni en la venezolana en general y ese es uno de los grandes aportes de Chávez, al rescate de la idiosincrasia de los venezolanos. No se crea que es esa sola palabra, se trata es del desmontaje de voces, términos, palabras, o qué sé yo, denigratorias y propias de las repúblicas que antecedieron a la actual. Ya en Venezuela eso de Sub, dejo de ser, puesto que, ya no hay Subtenientes, sino Tenientes y tampoco hay Suboficiales, sino Oficiales Técnicos, porque ese prefijo o partícula (Sub) denota inferioridad y, en Venezuela, gracias al Comandante Hugo Chávez, ya no hay inferiores. Por cierto, y tal vez al margen, el Diccionario de la Lengua Española de la RAE, dice de sub: En acepciones traslaticias puede indicar inferioridad, acción secundaria, atenuación, disminución. Volviendo a lo nuestro, esto es un asunto de incalculable trascendencia que muchos pueden ver, tratar o considerar como fútil, pero no lo es. Porque los venezolanos constituimos o somos un pueblo de iguales. Tan es así que un hombre como Laureano Vallenilla Lanz, burgués y reaccionario como pocos, áulico de cuando Juan Vicente Gómez, declaró que los venezolanos somos todos de color café con leche, unos con un poquitico más de leche y otros con un poquito más de café.
Y es así, como dijo Vallenilla Lanz, así somos los venezolanos en colores y en lo demás: iguales, aunque la agresión yanqui, pitiyanqui, mediática, burguesa y pequeño burguesa ha logrado envenenar nuestras raíces, en algún grado y de alguna manera. Pero no es mal de morir, yo diría como dice un señor ruso-venezolano entrevistado en Globoterror, tenemos todo lo necesario para extirpar la cizaña que nos han inoculado, la ridícula propensión al consumismo exacerbado y el ya olvidado “ta barato, dame dos”, son dos ejemplos de las consecuencias de las agresiones que hemos padecido y que, justo es reconocer, todavía seguimos padeciendo y, lo que es peor, que los vende patria de la contrarrevolución aspiran mantener a través de infames campañas y con la utilización de tontos útiles y carnes de cañón, pero ellos NO VOLVERÁN.
Sigamos con lo nuestro; quién, y cuándo, hubiera podido pensar remotamente que, nosotros los venezolanos, nos íbamos a pronunciar con tanto amor y con tanta decisión, por avanzar hacia el Socialismo. Socialismo era un vocablo o palabra que el pueblo no reconocía e incluso lo desdeñaba, hoy todos hablamos del socialismo, incluyan a nuestros enemigos escuálidos y contrarrevolucionarios. Es de triste recordación la escisión del Partido Comunista de Venezuela, en 1971, que dio origen al Movimiento al Socialismo (MAS), su consigna era Sí podemos, somos más, ya sabemos que no pudieron y que no eran más. Porque así lo decidió el pueblo venezolano, el mismo pueblo que hoy está al lado de Chávez y del socialismo.
Para rematar esta primera parte, pues habrá otras entregas si mi memoria me ayuda y me permite continuar hilvanando estos recuerdos, diré que, en específico, no más el 16 de julio de 2010, el Comandante Presidente Hugo Chávez Frías, en cadena nacional, haciendo una sencilla exegesis de nuestra constitución expresó: “…aquí hay miles de elementos, de códigos que nosotros ahora estamos desarrollando como las comunas, la Ley de Propiedad Social, que dicen ellos que eso viola la constitución…”
Ese es Hugo Chávez, un hombre que estudia, que aprende y que enseña. Luego dijo, en torno al discutido asunto de la propiedad y a la claridad de nuestro idioma: “…lo individual es individual y lo que no es individual es colectivo, eh, y lo colectivo tendrá distintas variantes, pues, distintas variantes, distintas formas, nunca hay una sola forma y menos aún cuando hay una revolución en marcha y menos aún cuando hay tanta inteligencia, en un pueblo, acumulada y un potencial para despertar y para crear lo nuevo.”
El Comandante Chávez, es claro, demasiado claro, nos habla de los códigos de nuestro noble castellano, de la inteligencia acumulada del pueblo y de su potencial para crear lo nuevo; Inventamos o erramos, de eso se trata este intento de presentar las palabras del pueblo y las de Chávez, para evidenciar que la palabra es uno de los más extraordinarios instrumentos o armas que tenemos para avanzar, decididamente, hacia la sociedad con la que soñó nuestro Padre Libertador y que dejó plasmada, esa sociedad, en la pieza oratoria más extraordinaria de la historia de la humanidad, el Discurso de Angostura: El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política. Hacia ese sistema social de gobierno avanzamos, Padre Libertador, General Simón Bolívar, con la guía señera de nuestro Comandante Presidente Hugo Rafael Chávez Frías.