Por Reinaldo Quijada
Se llama “El sueño del celta”. Es fascinante. De principio a fin. Debo admitir que la antipatía política que siento por el escritor peruano, me había hecho alejarme de sus libros. Desde “La casa verde”, “Pantaleón y las visitadoras”, “Conversación en la catedral” y “Los cachorros” no leía nada de él. Una lección, sin duda, para las actitudes dogmáticas o los prejuicios que uno pueda tener. Lo que más sorprende, tratándose de Vargas Llosa, es que el libro es uno de los alegatos más contundentes, que uno recuerde haber leído, sobre la barbarie del colonialismo. El libro se centra en la vida de Roger Casement (1864 – 1916), nacionalista y anti – colonialista irlandés, uno de los principales mártires del movimiento independentista de Irlanda. ¡Precursor de las nobles luchas del Sinn Fein y del IRA! Acusado por el gobierno británico de traición, fue condenado, en juicio sumario, a morir en la horca. ¡Una vergüenza política más en la triste hoja de vida de Inglaterra! Se hizo famoso con el Informe Casement (1904) que relataba el trato brutal, inhumano y criminal que recibía la población nativa del Congo belga en la explotación del caucho. Una parte del Congo, en ese entonces, era “propiedad privada” del rey belga Leopoldo II. ¡Producto del vulgar reparto colonial que las grandes potencias económicas del siglo XIX hicieron del mundo! Otro informe (1912) volvió a hacer escándalo, denunciando la misma explotación inhumana del caucho, en la Amazonía peruana. Su denuncia logró acabar con la poderosa y, hasta ese momento, prestigiosa empresa británica “Peruvian Amazon Company”.
El libro está dividido en tres capítulos: el Congo, la Amazonía e Irlanda. Tres etapas en la vida de Casement. Vargas Llosa mantiene la duda sobre la veracidad del contenido de un Diario de Casement, donde él mismo recogería escabrosos episodios de su vida homosexual. Se cree que esos episodios, al menos parcialmente, pudieron haber sido creados por los servicios de inteligencia británicos, para ensombrecer la imagen y el prestigio de Casement. ¡Un procedimiento que no sorprende y es propio de la conocida falta de ética de los grandes países imperiales! Vargas Llosa no hace juicios de valor, como debe esperarse de la gran literatura, sobre Casement. El epígrafe de “El sueño del celta”, una frase de otro gran escritor José Enrique Rodó, no deja duda en cuanto a la intención de su creación literaria: “Cada uno de nosotros es, sucesivamente, no uno, sino muchos”. Muchos hombres, o mujeres, con “personalidades sucesivas” que ofrecen “los más raros y asombrosos contrastes”. Así fue Roger Casement… El libro nos parece impecablemente honesto. Como todo gran libro permite diversas lecturas, que uno puede hacer, desde una perspectiva ideológica. Prerrogativa del lector. Un inmenso escritor, Rilke, decía que “el arte es la pasión de la totalidad”. La más profunda definición, que conozca, de lo que es el arte. Algunos creemos que la política también debería ser “la pasión de la totalidad”. Y, muy particularmente, creemos que sólo puede ser así, en Revolución y en socialismo. ¡Qué extraño, al igual que paradójico, que sea un escritor que uno desprecie ideológicamente, él que nos lo recuerde!
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