A CABALLO BOLIVAR LIBERÒ CINCO NACIONES
Hay que ver tamaña hazaña. Siempre decimos que Bolívar libertó cinco naciones, pero realmente fueron cuatro, porque la quinta no la liberó, la fundó bajo el signo de su sueño de democracia y libertad: Bolivia, pero en todo caso todo eso lo hizo a caballo, hace ¿200 años? Las condiciones climáticas eran realmente distintas. La población de pueblo en pueblo era aislada.
¿Cómo hacían para comer?, para descansar, para bañarse, para contactarse con el Blakberry… digo, con el sistema de comunicaciones de la época que me imagino sería el “Chasqui” aun vigente (Chasqui, correo del imperio quechua) no había otra… el hombre que corría por llanuras y montañas, claro… con postas, pero entregaba la carta, la misiva, el mensaje de manera oportuna, sin ningún pretexto, pues afortunadamente en esa época nadie se quedaba sin pilas o estaba en un lugar sin cobertura, para usarlo como pretexto. Así Bolívar conquistó cuatro naciones y fundó una quinta.
Ahora, los que nos llamamos revolucionarios, hijos de Bolívar, los llamados a la liberación de estos pueblos no nos movemos si no nos espera un autobús, y para no ir hasta donde nos esperan, decimos simplemente “no ha llegado el autobús”, estamos lejos, somos pobrecitos, rurales, sin transporte colectivo, sin vías.
AAYYYY, si no me mandan el autobús no voy…
Esa es una lamentación oposicionista. El verdadero revolucionario se mueve con autobús o sin el, en caballo o sin caballo. Su meta es la victoria, una victoria integral, desde dentro de nuestra alma.
Los verdaderos revolucionarios nos liberamos de toda atadura, la del pensamiento, la de los “padrinos políticos”, la de los liderazgos fantasmas, la de los miedos y temores.
Los revolucionarios somos eso, revolucionarios. Cambiamos el mundo con todas sus adversidades. De lo contrario no somos revolucionarios, somos unos cómodos que estamos esperando que nos hagan la tarea. Nadie nos ve. Nadie nos escucha, estamos esperando para ver el momento en que una “mesa de unidad” nos recoja. Dependemos de autobuses para transportar nuestros fantasmas, nuestros miedos y frustraciones. Dependemos de nuestras propias limitaciones, porque no somos nada si no tenemos cuatro ruedas en lugar de una mente abierta y una voluntad inquebrantable.
No olvidemos que para vencer, Bolívar al que nombramos todo el día y todos los días, solo contaba con la decisión de liberar a los pueblos oprimidos. Y se movilizaba a caballo, tal vez a pie, alguna vez en una canoa. No tenía un autobús que lo esperara, Bolívar liberó cuatro naciones y fundó una quinta pese a que nadie le mando el “transporte”. No nombremos a Bolívar si no somos capaces ni siquiera de transportarnos por nosotros mismos.