Por Sabino Barroso Pimentel
Uno de los tantos pretendidos y pretendientes a liderar la contrarrevolución apátrida, Teodoro Petkoff, a sabiendas de su irrefragable debilidad política, entre otras razones, hubo de renunciar a su última aspiración a ser candidato a la presidencia ante el filósofo del Zulia, el candidatazo Manuel Rosales, cuyo mérito más notable es haber sido el hampón más despreciable de la política nacional del siglo pasado y del presente. Decimos, de Petkoff, su última aspiración a ser candidato a la presidencia, porque antes lo fue en dos ocasiones, con resultados risibles por decir lo menos. Luego el camarada Petkoff, aspiro a la Alcaldía de Caracas, pero los resultados le fueron tan adversos como risibles (otra vez).
Viéndose en la más completa inopia política, aceptó ser designado director del vespertino El Mundo, y fue tan grande la torta de Teodoro, que lo sucedió en la dirección de ese medio el inefable, cuán despreciable, Quico Bautista. Pero, el Gran Capitán Araña, no es de los que se dan por vencido, a pesar de su ineptitud y fracasos en cuanta tarea emprende. Así, fundó un tabloide al que llamó Tal cual, se habla en pretérito perfecto (llamó) porque el pasquín es y será (?) un fantasmal fracaso. No le quedó otro camino, para figurar, a este personaje de la picaresca política venezolana que bajar la cerviz, ante el cornudo de Miguel Henrique Otero, a quien, con su característico desdén y desprecio por sus semejantes, otrora apodó con acierto (pegó una) Bobolongo. Hoy por hoy, el mal querido Petkoff, porque nadie lo quiere, se refugia para auto engañarse, en un inexistente protagonismo, concediéndole entrevistas a El Nacional y en un programita dominical, de media hora, en Globoterror. Ambas cosas: entrevistas y el programita; arreglados.
Empero, debo reconocer que ante otros pretendidos aspirantes a liderar a la oposición, como los ladrones de Primero Justicia; Capriles, Borges y Leogolpe López, Petkoff tiene vida. Pero, ante María Malinche, la Coleona Machado, no tiene nada que buscar. Y, he ahí su desesperación.
Otra cosa es la campaña electoral de la oposición de la que es importante destacar, si nos fijamos bien, que no admiten ser llamados oposición. No sé el porqué de esa reluctancia a llamarse, como debe ser, oposición. Ese es otro de los inescrutables e insondables misterios de los Sectores democráticos o de la Mesa de la Unidad, como se auto denominan, quien no lo haya percibido lo invito a oírlos o leer sus declaraciones y escritos, y verán que ninguno, de los múltiples miembros de los partiditos adversos al gobierno del Comandante Chávez, admiten ser calificados como oposición, ni se autocalifican como tales. Me preguntó: ¿táctica o estrategia?, respondo rememorando a CAP, ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario. A mí modesto y corto modo de ver y entender, en criollo, se trata del soberano culillo que le tienen al Comandante Chávez, no se atreven a llamarse, ni a ser llamados opositores de Chávez; eso es una raya y ellos, lógicamente, no se quieren rayar. Rememorando a CAP, de nuevo, eso es un auto suicidio. Mas, en términos freudianos se trata de uno o de varios mecanismos de defensa.
Pero, volvamos a lo de la campaña, si en algo, o en lo único que están de acuerdo todos los líderes de la oposición, es que la campaña electoral que están llevando a cabo es un verdadero desastre. No puede ser de otra manera, si cada quien va por su lado, sólo eso es un perfecto desastre. El primero que hizo una manifestación pública de tal situación, con su torva mirada de mozo violado y su pésima ortografía, fue Leogolpe López, quien así lo expresó en un artículo, Campaña ganadora, publicado el pasado 27 de agosto, en El Nacional. En dicho artículo, Leogolpe, dice con desespero: Está claro que la alternativa democrática requiere posicionar al menos 83 diputados en la próxima Asamblea Nacional. Él y todos los mensos de la Mesa saben que obtener esos pocos 83 diputados es… imposible, pero Leo es conformista.
Seguidamente, López, reconoce sin ambages ni pudor las inocultables y múltiples debilidades de la campaña, y señala la necesidad de concentrarse "en un mensaje que gane votantes y que le hable a quienes todavía dudan". Se manifiesta contrario a la consigna “Pa´ que coja mínimo”. Propone que se desdeñen los circuitos donde ellos tienen el triunfo seguro. Imagino que apunta a la Malinche y al Choro de Mendoza. Habla de las disputas internas y otros aspectos de la campaña opositora, un tanto largo de referir. Empero, el final del artículo es de antología, véanlo:
Aún hay tiempo para corregir.
Aún hay tiempo de hacer una campaña para ganar.
¡Qué desesperación tan arrecha!
Leo, aún hay tiempo para que te vayas a lavar ese güirinei… y aprendas ortografía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario